La imagen personal va más allá que la mera apariencia. Es el conjunto de detalles como la vestimenta, los accesorios, el peinado, la higiene, el perfume, entre otros factores.

Debemos considerar que nuestra imagen es la primer carta de presentación que vamos a brindar en cualquier lugar, y es por eso que debemos ser muy cuidadosos con ella.

En el momento de la contratación, una mala imagen puede superar en percepción a un currículum notable, evitando tu vinculación a la empresa, y durante la ejecución de tus actividades, puede ser que te cueste o te valga nuevos clientes, o la mejor o peor percepción por parte de los directivos ante posibles ascensos.

Hay muchos atributos que contribuyen a la formación de la imagen personal, también incluyendo nuestra actitud, comportamiento, el tono y volumen de nuestra voz, nuestros gestos y la sonrisa con la que llegamos a la oficina cada mañana.

Es importante recordar que nuestra imagen, junto con nuestros modales y comportamiento son el reflejo de la empresa o institución a la que representamos.

Debemos tener un aspecto agradable y limpio, esto se consigue con una buena higiene personal diaria (ducha o baño, cambio de ropa, desodorante, cepillado de dientes, etc.) así como cuidado de la apariencia de nuestro cabello o barba, y evitando malos hábitos, como morderse las uñas, hurgarse la nariz, entre otros.

En conclusión, La imagen personal habla por nosotros. Si consideramos importante al cliente, al proveedor, a quien sea, seguramente quedará demostrado presentándonos con buen porte y apariencia. Si, en cambio, restas importancia a su presencia, no te importaría llegar a la reunión en bata de baño. Así, la apariencia que proyectamos es más que una imagen visual, es un verdadero elemento de comunicación que puedes emplear a tu favor.

Podemos decir que la imagen personal es nuestra carta de presentación, refleja cómo queremos relacionarnos con los demás. La primera impresión es importantísima, por eso debemos ser cuidadosos con ella.